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Democracia: soberanía de la mayoría. Soberanía: poder máximo que no se
somete a ningún otro. Contra estas definiciones la reacción ha tejido en todos
los tiempos el infundio de que no es posible una revolución en democracia ni
una democracia en revolución. Democracia sí, mientras no sea económica o
social. Usted puede votar por el alcalde, pero no por el dueño del monopolio ni
el magnate comunicacional. La mayoría puede decidir todo, salvo lo que la
favorece. Si así lo hace, las fuerzas antidemocráticas ejercen la más brutal
violencia en defensa de sus privilegios.
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Así, toda Revolución sufre desde el primer instante el doble asedio de
una contrarrevolución interna y otra externa cuyo objetivo es derrocar por la
violencia al gobierno popular y restablecer el poder de la oligarquía. Si
dichas tentativas no triunfan de inmediato, se prolongan en larga guerra económica de desgaste cuyo fin es
arruinar la economía revolucionaria forzándola a priorizar la defensa militar y
a endurecer la seguridad interna. La burguesa Revolución Británica padeció el
embate combinado de los ejércitos de la monarquía y la intervención externa. La Revolución Francesa
estuvo sometida al asalto de la
Chouanerie interna y de sucesivas coaliciones europeas. La Revolución Bolchevique
enfrentó la contrarrevolución interna del Ejército Blanco y de los Kulaks, la
intervención externa de catorce potencias, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Igual agresión
interna y externa combinada padecieron la Revolución Mexicana ,
la China y
cuantas en el mundo han sido.
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Este mecanismo funciona exactamente igual para América Latina y el
Caribe. Reseñarlo requeriría volúmenes.
Consideremos algunos ejemplos.
El Presidente democráticamente electo Jacobo Arbenz intenta expropiar
algunas tierras de la United Fruit
en Guatemala y es derrocado por una combinación de golpe militar e invasión
mercenaria financiada por Estados Unidos.
El primer ministro Fidel Castro avanza reformas mayoritariamente
apoyadas por el pueblo cubano. Sigue una invasión de mercenarios financiada,
entrenada y apoyada por el gobierno de Estados Unidos; derrotada ésta, un
bloqueo económico que dura hasta hoy.
El Presidente democráticamente electo Juan Bosch realiza moderadas
reformas económicas en República Dominicana y es derrocado por una combinación
de golpe militar e invasión del ejército de Estados Unidos.
El presidente democráticamente electo Joao Goulart decreta en Rio de
Janeiro la expropiación de refinerías de petróleo privadas y de tierras privadas
veinte kilómetros al borde de ríos, represas y vías de comunicación, y es
derrocado por golpe militar que apoya Estados Unidos.
El Presidente democráticamente electo Salvador Allende nacionaliza la
industria chilena del cobre, reconoce derechos fundamentales a los trabajadores
y es derrocado y asesinado por un golpe militar planeado y apoyado por Estados
Unidos.
El dirigente Omar Torrijos logra
en 1977 los acuerdos Torrijos-Carter en virtud de los cuales el Canal de
Panamá queda posteriormente bajo el control de los panameños, y fallece en
misterioso e inoportuno accidente de aviación.
El Presidente democráticamente electo Daniel Ortega avanza moderadas
reformas agrarias en Nicaragua y es sometido a bloqueo y a cotidiana invasión y
sabotaje durante casi una década por “contras” entrenados, armados y
financiados por Estados Unidos.
El Presidente democráticamente electo Hugo Chávez Frías intenta imponer
49 leyes de reforma de la economía y la sociedad venezolana, se niega a privatizar
Petróleos de Venezuela, y es derrocado temporalmente por un golpe militar
planeado y apoyado por Estados Unidos.
El Presidente democráticamente electo Evo Morales nacionaliza industrias
de explotación de recursos naturales, y debe enfrentar la amenaza de secesión
de la Media Luna
apoyadas por las transnacionales y los movimientos étnicos.
El Presidente democráticamente electo Rafael Correa afianza la propiedad
de Ecuador sobre sus recursos naturales, y es atacado por un golpe de Estado
apoyado por Estados Unidos y por los movimientos étnicos de la Confederación Nacional
de Nacionalidades Indígengas de Ecuador (CONAIE).
El Presidente democráticamente electo Manuel Zelaya se acerca al grupo
de países del Alba, inicia moderadas reformas económicas y sociales en Honduras,
y es depuesto por un golpe de Estado preparado y apoyado por Estados Unidos
desde la base de Palmasola.
El Presidente democráticamente electo Fernando Lugo inicia moderadas reformas, y el Congreso
lo depone con un golpe legislativo que dura apenas horas.
En todos los casos, sin excepción, la agresión fue precedida, acompañada
y seguida por campañas mundiales de difamación mediática y activa injerencia de
cortes y organismos internacionales en
los asuntos internos del país víctima.
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Intencionalmente repetimos la expresión “democráticamente electo” como
letanía. El camino a la democracia está empedrado de malas intervenciones. Nunca
fueron invadidas ni bloqueadas ni saboteadas dictaduras de derecha como las de Somoza
en Nicaragua, Batista en Cuba, Pérez
Jiménez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Videla en Argentina, Castelo
Branco en Brasil, Bordaberry en Uruguay o Pinochet en Chile, por sólo mencionar
algunas. Un fatal destino pesa sobre todo gobierno democráticamente electo.
Tampoco nadie molestó a demócratas conservadores neoliberales como Toledo en
Perú, Frei en Chile o Calderón en México. Imperio y oligarquías golpean
selectivamente a demócratas que intentan reformas económicas y sociales. La
paradoja se configura así: la
Revolución sólo puede acceder al poder por vía democrática,
pero la reacción puede y debe aniquilarla en forma violenta en cuanto intente
la menor reforma económica o social ¿A quien favorecen estas reglas que
consagran una Democracia indefensa e inerme contra una reacción armada,
coligada con el Imperio y dispuesta a todas las atrocidades a favor del
privilegio?
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Decía Maquiavelo que difícilmente será derrocado un Príncipe que arma a
su pueblo, pues con tal gesto muestra que le tiene una confianza que será
siempre correspondida. Las armas no son necesariamente fusiles y bayonetas. La
educación, la justicia social, la organización, la participación política son
las invencibles herramientas de la articulación de la voluntad popular. Son las
armas sociales, que permiten o a veces
hacen innecesario el uso de las convencionales.
(TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO)
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LOS LIBROS DE LUIS BRITTO EN INTERNET:
Rajatabla: www.monteavila.gob.ve
Dictadura Mediática en
Venezuela: www.minci.gob.ve
La invasión paramilitar:
Operación Daktari: www.minci.gob.ve
Socialismo
del Tercer Milenio: http://www.monteavila.gob.ve/mae/pdf/socialismo-tercer-milenio.pdf
El Imperio Contracultural: del Rock a la Postmodernidad :
NOTA IMPORTANTE: No tengo nada que
ver con la cuenta de twitter
@Luis_BrittoG , manejada por personas que alegan falsamente ser
parientes míos. Evidentemente se trata de un hackeo acompañado de intento de
suplantación de identidad.