sábado, 13 de noviembre de 2010

GENERACIÓN


El mundo empezaba con nosotros y no íbamos a envejecer nunca.
Barbicacho esbozaba la gran novela latinoamericana, escribió un poemario que nadie comentó y murió de cirrosis como profesor de la Escuela de Letras tras odiar a todos los estudiantes que decían que iban a escribir la gran novela, el gran poema, el gran ensayo latinoamericano.
Bonancini juró concretar en imágenes el drama del subdesarrollo, su proyecto del gran largometraje del Cine Pobre se detuvo en la cuarta secuencia y los últimos en saber de él decían que filmaba cuñas o a lo mejor era él quien decía que las filmaba para disimular cualquier otra cosa más triste.
A Ezequiel lo despedimos con gritos de Ezequiel camarada, tu muerte será vengada, y la Digepol nos robó la urna en la funeraria para evitar que en el entierro hubiera concentración política.
Bartolo desde que estuvo en la Federación Mundial de Juventudes Democráticas y conoció a Javier Heraud se hizo como un embajador internacional de la izquierda siempre en grandes recepciones en Biolurrusia o La Habana o Berlín Oriental y renunció al partido el día mismo que cayó la Unión Soviética.
Narváez despuntaba en el cafetín con sus análisis sobre la Teoría de la Dependencia que sería la brújula de la Liberación y después de la beca Guggenheim no quiso saber de más nadie.
Hace años no se ve a Teodosia, la que escribía abajo la dictadura con lápiz de labio en los baños de la facultad, después se dedicó a relaciones públicas y cada vez que le nombraban izquierda echaba espuma.
Un torbellino humano era Dragún que nos hacía los afiches para las concentraciones y los dibujos para el periodiquito clandestino su casa era una Babel de multígrafos y reuniones de grupos y de comités de huelga y hablaba temblando del paroxismo permanente y desde que exhibió en el Guggenheim se metió a macrobiótico en Boston.
El más radical de todos era Medardo que pasó en la guerrilla una semana y se fotografió con uniforme, no creía más que en la revolución total y solo él sabía apuntar la invectiva justa para quien se detuviera en pendejadas como el trabajo de masas después cambió y terminó aplicando el paquete del Fondo Monetario.
Magdalena era la que se proponía liberarnos de la opresión patriarcal mediante la denuncia del machismo y del acoso hasta que resultó que nadie terminó acosándola.
En ningún curso falta el que dicen que anda metido en trata de blancas y estuvo una semana sin aparecer y otra con una gorra de portugués porque la policía lo agarró en algo y le rapó la cabeza y años después andaba de diputado del partido de perejimenez.
Grisel fue la primera a la cual no quise volver a verle la cara por no saber en qué habían caído aquellos ojos que casi revestían la categoría de causal de suicidio.
Julio era tan delicado, las muchachas decían que era un amor de educado y murió de aquella enfermedad secreta.
Mariela tan aguda a la hora de señalar las contradicciones objetivas y las subjetivas lo que la salvó de todo fueron los parientes influyentes que le consiguieron las becas en París y en Madrid y en Londres y en Bruselas y en Roma donde estuvo haciendo postgrados hasta los cincuenta años.
A la hora de cometer locuras siempre buscábamos a Nemo, el atolondrado a quien yo tanto estimaba porque creía que ni padre ni partido ni institución ni ideología ni interés podían meterlo por el aro hasta que se casó y temblaba cada vez que la mujer abría la boca.
Doria, la maravillosa guerrera que defendió a tiros a su pareja caída hasta que se le acabó el parque, la última vez que la vi me hablaba de las maravillas del marketing.
Ildefonso fue quien largó la delación de quinientas páginas que hizo caer toda la izquierda. Vivía escondiéndose de sí mismo hasta que logró hacerlo de todo el mundo para siempre.
A consecuencia de lo cual al primero que agarraron fue a Perucho y se caló como cinco años preso después no quería hablar de nada de aquello y cada vez que lo veía tenía la expresión más amarga.
Al enano Ponce lo debe haber atropellado un carro porque de él más nadie supo.
Narvarte fue copeyano y después opusdeista y después urredista y después masista y después adeco y después emepenista y después emeverrista y después golpista y después pesuvista y siempre diputado y siempre embajador y siempre viceministro y siempre juez y siempre.
Fulano se hizo rico con un gobierno y Zutano con otro y Mengano con todos.
El doctor Benvenuto Aristi fue el que terminó condenado por devorar pacientes drogadas pero ahora gracias al juez comprensivo que le dio por prisión su casa se ríe del mundo.
No sé que pasó con todos los demás que militamos en la célula donde juramos saludar el amanecer de la revolución mundial y latinoamericana.
Hubo el que era la gran promesa y resultó el que se extinguió más rápidamente.
Ni se me olvida ni se me olvidará aquél a quien todos olvidamos.
Di en ir a los velorios pero sin mirar la cara del homenajeado para tratar de recordarlo con vida aunque todavía viviente pareciera como si estuvieran velándolo.
No elevamos nuestros niveles de vida pero mejoramos nuestros niveles de muerte desde ser arrojados del helicóptero al mar hasta el entierro en funerarias con más convocatoria difuntos que la que tuvimos vivientes.
Tomamos el cielo por asalto y caímos sobre nosotros mismos.
No sé si nos descontinúan porque ya hemos agotado nuestros gestos, o para que no advirtamos que cada nueva hornada repite los mismos.
Vivimos una época mala que no supimos hacer buena y salimos peores.
Quedamos como precursores de lo que debimos haber sido.
No sé ya de quien es cada velorio. Nuestra única coartada es el olvido.

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Versión en francés, gracias a la invalorable ayuda del amigo Romain Vallée: http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com
Libros de Luis Britto en Internet:
Rajatabla:
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Dictadura mediática en Venezuela: www.minci.gob.ve
La paz con Colombia:
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