Primero el gran Imperio colocó sus soldados en un gran cinturón de bases para mantener ocupada a Europa. Después situó todas las bases que le fue posible en los países del Asia. En el Oriente Cercano, Medio y Lejano instaló bases Lejanas, Medias y Cercanas. Minó de bases bélicas el Pacífico. En Centroamérica sembró todas las bases que pudo y se empeñó en no retirar las instaladas en el Caribe. Entonces empezó con la instalación de bases en América del Sur, proponiéndose multiplicarlas y montar nueve por cada una que le obligaran a retirar. Cada vez que un país sufría una catástrofe natural padecía la catástrofe militar de la invasión para que los soldados rescataran las víctimas a balazos. Entonces una mañana se descubrió que el Imperio no tenía un solo soldado en su territorio, y que éste había sido tomado sin disparar un tiro por afroamericanos e hispanos.
CONVERSAS DE LAS VIEJITAS EN LOS CONSULTORIOS
Intercambiando síntomas o leyendo revistas impresas antes de que ellas nacieran, las viejitas cuentan de cuando fueron a sacar un pasaporte llevando puesta una bolsa de suero y las atendieron bien consolándose de que fue por el suero y no por viejitas. Alguna comenta lo buena que es para el cutis el agua de arroz y otra el agua del rocío, pasarse por la cara hojitas al amanecer, y recomienda otra la telita que queda en la cáscara de los huevos. Compiten en números de nietos y sobre todo de nietos en Miami, disertan sobre yernos que se divorcian de la mujer pero no de la familia. Hay emulación en radioterapias y síntomas y gana la que sufre un infarto cuanto la empiezan a pasar por el rádium. Comparan instalaciones de los hospitales, se quejan de todo y finalmente hacen competencia de quejas. Todas son montañistas porque a cada momento dicen “a estas alturas de la vida”. Lo bueno de estas alturas de la vida es que ya no hay que hacer dieta ni cuidarse porque para qué a fin de cuentas. Podría ser que así como hay músicos de oído, uno terminara médico de oído oyéndolas intercambiarse síntomas. Todo paciente es impaciente, concluye siempre la viejita filósofa. Sospecho que cuando por fin las pasan al consultorio hay un médico que les dice que la vida es el único síntoma curable.
MOMONIA
Nunca o casi nunca somos lo que queremos ser, y por eso la mayoría de las ciudades proscriben o limitan el Carnaval, menos Momonia, donde es obligatorio ir siempre disfrazado de cualquier cosa salvo de lo que uno es. El hábito hace al monje, no debe extrañarnos entonces que en Momonia cada quien termine siendo su disfraz y que todo funcione maravillosamente aunque nadie ha llegado a saber qué funciones cumplen un Dominó o un Guillermo Tell, así como nadie conoce exactamente en qué consisten un ejecutivo junior, un arzobispo o un diputado. Ninguno se cansa de llevar una falsa existencia porque es acaso menos falsa que la que llevaría de no trasvestirse en Momonia. La felicidad, objetivo principal de toda vida y de toda organización, es producida en Momonia a fuerza de papelillo y charangas, lo cual no es gran cosa pero supera lo que sucede en otros lugares. Una sola vida tenemos pero en Momonia podemos vivir mil. Transfigurándonos y maquillándonos todos bailamos día y noche en un frenesí sin más límites que la propia locura. Quiénes en realidad somos y si lo parecemos es cosa que nunca sabemos en Momonia, ni en ninguna otra parte del mundo.
CELULOSIS
Así como los mensajes de texto de los celulares simplifican la escritura, los celulares mismos elementalizan el habla hasta reducirla a un repertorio de fragmentos previsibles hola gordo cómo estás yo bien y tú gordo ah, bien, gordo, dime, qué hay de nuevo, que para ahorrar comunicación pueden ser evocados de un repertorio, y como el orden de las banalidades no altera el vacío, pronto los celulosos todos no hablan con nadie sino con el catálogo de frases hechas que le ofrece su último modelo yo bien y tú yo bien también ah bueno y entonces qué haces bueno yo estoy llamándote ah sí bueno me oyes te oigo ay sí ahora sí te oigo bien gordo y entonces aquí llamándote ay gracias por llamarme y qué me dices, los celulosos han encontrado la paz y nunca cortan la llamada por el temor que les da la posibilidad de enfrentar una comunicación verdadera.
CELULITIS
Celulitis, la última enfermedad causada por los celulares, aflige a las personas que no están nunca donde están porque aparentemente se comunican con otro que tampoco está donde está porque a su vez se comunica con el primero. Al celulítico es inútil llamarle la atención porque tiene los ojos perdidos en la altura como esperando que le caiga una llamada más que la que atiende. Al final el celulítico se va aislando de todo lo que le rodea sea familia empresa o partido para perderse en esa otra comunicación quién sabe con quién que lo desenchufa de lo que le concierne. Últimamente se ha descubierto que los celulíticos son una orden religiosa que para desconectarse del mundo en lugar de meterse en una celda se conectan con otra celda que está en el celular y que sólo transmite la estática que va lentamente friendo el cerebro como la microonda que hace reventar la cotufa. Siendo la celulitis altamente contagiosa pronto toda la humanidad estará en otro sitio hasta el momento en que simultáneamente todos los cerebros estallen y la tierra desborde como un gran paquete de cotufas.
CELULOSA
Desde que las personas han dejado de tener función, el celular tiene más funciones que las que aparenta tener e infinitas más que las que conocemos. Una función nos conecta con las personas que no queremos oír y nos posibilita decirles lo que no queremos que oigan. Otra nos permite saber exactamente dónde están quienes no debieran estar en ninguna parte. Conectándonos vía satélite recibimos un resumen de las noticias que no nos interesan. Un programa nos suministra predicciones que nunca van a cumplirse. Una selección de tonos pone a nuestra disposición infinidad de ruidos inaudibles. La pantalla de cristal líquido lee pensamientos en escritura sólo accesible para analfabetos. La clave que accesa a tantas funciones nunca funciona.
Versión en francés: http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com
Bibliografía del autor: http://luis-britto.blogspot.com
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