Pasa que una noche llegas a tu casa, enciendes el televisor y desde la pantalla el locutor anuncia que las empresas han decidido eliminar los programas y sustituirlos enteramente por publicidad.
Pasa que rompes el trance, tomas el periódico, y encuentras un último editorial que advierte que las empresas han decidido desalojar artículos, informaciones y tiras cómicas para sustituirlos íntegramente por publicidad. Antes de arrojar la edición a la basura, una ojeada a las carteleras te informa de que los anunciantes han decidido desalojar películas y actores de cine y teatros y sustituirlos completamente por publicidad.
Pasa que sales a la calle huyendo de un periódico estrujado y de una amenazadora pantalla vacía, y encuentras que en la ciudad entera paredes puertas parques techos bancos postes calles casas carros tiendas gentes se esconden tras una cobertura continua de carteles de publicidad.
Pasa que cierras los ojos y encuentras ese antes in-violable santuario de tiniebla asediado por los proyectores retinianos que atraviesan los párpados y que sustituyen todas las enzarzadas imágenes de tu fantasía, por publicidad.
Pasa que escuchas, y encuentras que el ruido de la lluvia las voces de los niños el masticar de las termitas el golpear de los clavicordios el tronar de las olas el tejerse de los insultos los latidos del corazón, han sido sustituidos por publicidad.
Pasa que taponas tus oídos y encuentras que ese ilocalizable silencio en donde confluían los rumores de mares ignotas y los ecos de caracolas metafísicas, ha sido tomado por asalto por los proyectores de ultrasonidos que lo pueblan incesantemente de publicidad.
Pasa que buscas la inconsciencia y descubres que tu subconsciente, gracias a las técnicas subliminales, ha sido sustituido por publicidad. Pasa que tocas los objetos, y encuentras que los objetos ya no existen, que existe sólo publicidad. Pasa que intentas huir en la memoria, y encuentras que los anunciantes han invadido también el pasado y todos sus recovecos, inundándolos de publicidad.
Pasa que te arrojas al vacío y caes a través de un aire que parece denso, y cuando estás a punto de estrellarte contra un enorme anuncio, descubres que es el de las nuevas urnas con pantallas y altoparlantes, que conquistan la última frontera, y aseguran el ignoto tiempo de tu muerte y la inconmensurable extensión de tu nada, para la publicidad.
Pasa que rompes el trance, tomas el periódico, y encuentras un último editorial que advierte que las empresas han decidido desalojar artículos, informaciones y tiras cómicas para sustituirlos íntegramente por publicidad. Antes de arrojar la edición a la basura, una ojeada a las carteleras te informa de que los anunciantes han decidido desalojar películas y actores de cine y teatros y sustituirlos completamente por publicidad.
Pasa que sales a la calle huyendo de un periódico estrujado y de una amenazadora pantalla vacía, y encuentras que en la ciudad entera paredes puertas parques techos bancos postes calles casas carros tiendas gentes se esconden tras una cobertura continua de carteles de publicidad.
Pasa que cierras los ojos y encuentras ese antes in-violable santuario de tiniebla asediado por los proyectores retinianos que atraviesan los párpados y que sustituyen todas las enzarzadas imágenes de tu fantasía, por publicidad.
Pasa que escuchas, y encuentras que el ruido de la lluvia las voces de los niños el masticar de las termitas el golpear de los clavicordios el tronar de las olas el tejerse de los insultos los latidos del corazón, han sido sustituidos por publicidad.
Pasa que taponas tus oídos y encuentras que ese ilocalizable silencio en donde confluían los rumores de mares ignotas y los ecos de caracolas metafísicas, ha sido tomado por asalto por los proyectores de ultrasonidos que lo pueblan incesantemente de publicidad.
Pasa que buscas la inconsciencia y descubres que tu subconsciente, gracias a las técnicas subliminales, ha sido sustituido por publicidad. Pasa que tocas los objetos, y encuentras que los objetos ya no existen, que existe sólo publicidad. Pasa que intentas huir en la memoria, y encuentras que los anunciantes han invadido también el pasado y todos sus recovecos, inundándolos de publicidad.
Pasa que te arrojas al vacío y caes a través de un aire que parece denso, y cuando estás a punto de estrellarte contra un enorme anuncio, descubres que es el de las nuevas urnas con pantallas y altoparlantes, que conquistan la última frontera, y aseguran el ignoto tiempo de tu muerte y la inconmensurable extensión de tu nada, para la publicidad.
Que acertado.....
ResponderEliminarMas bien lo que pasa es que a los inventores de conspiraciones se les ha secado el cerebro de tanto esperar a los bárbaros (que son como una bendición, que diría el poeta), y no le queda más que seguir inventando conspiraciones publicitarias. Mientras tanto, estos generadores por encargo de conspiraciones, dejan pasar groseras y auténticas "agresiones" a nuestros sentidos y a nuestras vidas.
ResponderEliminarEl inventor de conspiraciones, refugiado en su torre de marfil, desconoce o finge desconocer que existen, por ejemplo, canales de TV dedicados 24 horas, 7 días de la semana, a transmitir publicidad; y, por supuesto, también desconoce que hay personas que prefieren ver esos canales en lugar de, por ejemplo, dedicarse a inventar conspiraciones. Y lo hacen (o lo dejan de hacer) cuando les da la reglada gana.
Y pasa, como decía más arriba, que estos denunciadores de conspiraciones obvian descarada, artera y mansamente, no publicidad forzada, sino la más grosera PROPAGANDA forzada, diseñada para violar a los ciudadanos. Estos chivatos de conspiraciones nunca verán que los mensajes del Gran Hermano deben ser transmitidos obligatoriamente, y los televidentes o radioescuchas o lectores forzados a verlos u oirlos o leerlos, sino fuese porque (por ahora) pueden ver cable, o apagar la TV o la radio, etc.
Pasa entonces que los acusetas de conspiraciones seguirán maquinando sus conspirativas conspiraciones publicitarias desde su torre ignorando la realidad de la lluvia de propaganda que reciben aquellos que supuestamente son la causa de sus desvelo y que lo llevó a querer denunciar conspiraciones para protegerlos.