Ha visto usted esos grafitos que se niegan a ser propaganda y rechazan venderse porque aparecen gratuitamente en los sitios menos esperados y ni siquiera tratan de convencer de nada porque no tienen otro mensaje que ellos mismos y no les importa desaparecer borrados por el tiempo o la indiferencia. Ayer me desnudé y con aerosoles me cubrí de mil signos estrafalarios que atraen las miradas que de todos modos no pueden escrutarme y me largué a vivir sin más hogar que la intemperie. Creía ser el único: ahora casi todos los habitantes de la ciudad del país del mundo son fiesta de colores que se apuñalan, al mismo tiempo muros y habitantes.
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