Entrevista publicada en LA PRIMERA, Lima, Domingo 12 de agosto del 2012
Intelectual venezolano, Luis Britto García, defensor confeso del proceso bolivariano de su país, tiene una lectura interesante del acontecer mundial.
El escritor venezolano estuvo de paso por Lima para la XVII FIL Lima. En su alojamiento del hotel Ariosto, brindó esta entrevista a LA PRIMERA, en la que la literatura sucumbe a la política.
“La humanidad debería actualmente —y Venezuela debería ser uno de los países comprometidos con eso— desarrollar un estilo de vida que no dependa de la energía fósil, y las reservas de energía fósil que tenemos se deben dedicar fundamentalmente a eso”.
MÉRITO LITERARIO
El escritor venezolano Luis Britto García nació en Caracas (Venezuela) el 9 de octubre de 1940. Doctor en Derecho por la Universidad Central de Venezuela. Premio Casa de las Américas por “Rajatabla”, en 1970, y por “Abrapalabra”, en 1979. Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello por “La misa del esclavo”, en 1980. Premio Ezequiel Martínez Estrada, en 2005, por “Dictadura mediática en Venezuela: investigación de una prensa por encima de toda sospecha”. Premio Nacional de Literatura (Venezuela), en 2002, por el conjunto de su obra.
En 2011, Venezuela fue el país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Lima. Sin embargo, sus escritores fueron silenciados en la mayoría de los medios. ¿Qué opina de eso?
—Es posible. Hay una especie de conjura de los medios nacionales e internacionales contra el proceso bolivariano. En todo caso, no se podría ignorar un país en el que 50.8% de la población lee; lee libros, además. Eso nos ha situado en el tercer puesto de países latinoamericanos lectores, cosa que es asombrosa.
—Entre los invitados del año pasado estaba Gustavo Pereira.
—Sí, un gran poeta.
—El inventor de los somaris.
—Claro, los somaris, una forma de poemas un poco breves, con unos aires de las rubaiyatas…
—Usted ha escrito un texto sobre la verdadera deuda externa, en el que utiliza al personaje Guaicaipuro Cuactemoc, y en el que aparece el Fondo Indoamericano Internacional.
—Ese es uno de mis textos que ha recibido el gran honor de pasar a ser anónimo. Lo publiqué poco antes de 1992 en un periódico, con mi firma, pero el embuste pareció tan bien metido, que poco a poco lo empezó a reproducir todo el mundo y, afortunadamente, perdió el nombre de autor. Mucha gente cree que en verdad existe Guaicaipuro Cuactemoc.
—¿Cómo se llamaba el texto?
—“Guaicaipuro Cuactemoc cobra la deuda a Europa”. Guaicaipuro es uno de nuestros grandes de la resistencia caribe y Cuactemoc, de la resistencia azteca. Enfatizo un poco sobre la enorme deuda económica contraída por Europa con el Nuevo Mundo a costa del genocidio de la Conquista. Esos millones de kilos de metales preciosos, entre otras cosas, aseguraron la hegemonía de España en Europa, la hegemonía europea, el nacimiento del capitalismo, el triunfo de la Europa cristiana contra los musulmanes; sin ese dinero no habría habido batalla de Lepanto ni la flota de Lepanto. El mundo moderno nace de ese enorme saqueo de riquezas que se hizo al Nuevo Mundo. Si se hablaba en esa época de que América Latina debía una deuda, la que debía el Nuevo Mundo a América Latina era incomparablemente mayor. Hay antropólogos que creen que en verdad existe ese dirigente indígena y yo no los desmiento.
—Deja que continúe esa ficción en la realidad.
—Sí. El texto es un ataque también contra la lógica del capitalismo. Si ponemos esos dieciséis millones de plata que llegaron en menos de un siglo a Europa, a interés compuesto, actualmente no habría dinero en el mundo para pagarlo. Es la lógica del Fondo Monetario Internacional que nuestros países deben cancelar esa deuda para la que ellos mismos variaron los intereses. Paradójicamente, ahora esa Europa tiene una deuda de más del 100 % de su producto interno bruto. América Latina debe en promedio 34%. Venezuela, el 23%. España 120%. Italia, más del 100%. Francia también. Japón debe 240% de su PBI anual, lo que es asombroso considerando el gran producto interno de Japón. Mientras que nosotros somos los moderados. Eso despierta una duda sobre la lógica del capitalismo. Cómo es posible que potencias deban cifras que en conjunto ninguno pude pagar. Ese es un sistema que no tiene lógica.
—Y España está en declive.
—Yo estuve en Italia hace poco. Están arrojando a la calle 24 mil empleados públicos. Hay una tasa de suicidio de 3 personas al día. Es una situación muy seria. Se han invertido los papeles.
—El caso de Islandia es interesante.
—Sí. La desaparecieron comunicacionalmente, porque se negó a pagar la deuda. Los islandeses dijeron que los gobernantes que contrajeron la deuda ya habían sido depuestos, y, por lo tanto, se negaron a pagarla. Y es un concepto que lo inventó Estados Unidos: la deuda odiosa. Cuando Estados Unidos interfirió en la Guerra de la Independencia cubana, había una deuda de Cuba hacia España, y Estados Unidos se negó a pagarla porque dijo que era una deuda odiosa, que no se podía pagar, que había sido contraída en condiciones que dificultaban el consentimiento libre y entrababan las posibilidades de supervivencia del ente político. Ese es el mismo concepto que están aplicando ahora los islandeses, y que se debería aplicar en diversas partes del mundo. Por otra parte, los acreedores variaron unilateralmente las tasas de interés. América Latina contrajo su deuda a unas tasas muy tentadoras de 3% y repentinamente poco antes del atascón de la deuda de los años 80, nos elevan unilateralmente a 15%.
Fenómeno de los indignados en Europa y Estados Unidos no son nada nuevo en América Latina, dice Britto García.
—¿La quintuplicaron para hacerla impagable?
—Para hacerla impagable. Lo grave es que esas deudas públicas ahora las tiene que pagar el pueblo a través de los impuestos. Entonces, de allí las condiciones insostenibles para las masas en todo el mundo, sobre todo, paradójicamente, en el mundo desarrollado; y del surgimiento de movimientos sociales de protesta. En ese sentido, Venezuela fue pionera. En Venezuela se intentó imponer un paquete económico del Fondo Monetario Internacional y en febrero de 1989 todo el país se alzó espontáneamente contra ese paquete. Hubo una semana de ley marcial, durante la cual perecieron millares de venezolanos, para imponer ese paquete; sin embargo, eso deslegitimó al gobierno de la socialdemocracia.
—El Caracazo.
—Sí, pero no fue solo en Caracas, fue en todas las ciudades del país, incluso en el campo. Eso no fue organizado por ningún partido ni ninguna gran figura: fue una reacción espontánea.
—Ha sorprendido bastante en estas épocas las protestas de los indignados, los Occupy Wall Street… que se repiten en Europa y los Estados Unidos.
—Es que no debe sorprendernos. En Ecuador, los movimientos sociales derrocaron como seis presidentes consecutivamente. En Bolivia también. En Argentina acabaron con un gobierno y llegaron a enrumbar al país. América Latina, en ese sentido, fue pionera. Nos hablan ahora de los indignados, pero nosotros llevamos muchísimo tiempo indignados. Nosotros nos indignamos hace tiempo. Paradójicamente, se da ese fenómeno curioso, del mundo desarrollado que imita o, por lo menos, sigue esas experiencias latinoamericanas.
—Günter Grass ha escrito, en un artículo disfrazado de poema, sobre una posible guerra preventiva a Irán. ¿Qué opina sobre eso?
—Los Hidrocarburos se van a agotar en un lapso no bien determinado. Algunos lo fijan en 40 años; otros lo extienden un poco más. Eso implica que las potencias imperiales van en una desesperada carrera por confiscar la energía fósil del mundo, en lugar de tener planes lógicos para desarrollar otras fuentes de energía; su lógica es la de los saqueadores: se quieren apoderar de las reservas de energía fósil de Oriente Medio, de América Latina, porque el plan New American Century, desarrollado por un tanque de pensamiento de Estados Unidos, dice que Estados Unidos no va a ceder nada en su pretensiones y en su estilo de vida y tiene el poderío militar para mantenerlo… ¿De qué se trata todo esto? Es una gran operación de saqueo para que Estados Unidos y otras potencias aliadas confisquen las energías del planeta y puedan intentar la prolongación, durante algunas décadas, de su estilo de vida derrochador. Es una operación patética, porque, después de todo, la energía fósil no es renovable.
—Estamos hablando de que en el año 2050…
—El año 2060, más o menos. Hay dos películas que a mí me encantan citar. Mad Max II y Mad Max III. LA PRIMERA es muy mala, pero la segunda es una parodia de la Iliada alrededor de la última refinería del mundo: una serie de bárbaros despedazándose por un poco de gasolina. Y la tercera es una civilización posmoderna donde todos los contratos tienen validez, basado en el gas de metano… y la barbarie también. Son películas aparentemente fantásticas, pero para mí no.
—Cambiar el tipo de energía es toda una revolución, es cambiar el eje de poder, que actualmente es petrolero.
—El poder sobre el petróleo, porque en realidad quienes menos tienen parte en ese festín de poder son los países árabes, Venezuela… Fíjese, en primer lugar, había que rediseñar el consumo energético. En parte, la crisis energética se debe en que en cada gran ciudad millones de personas van derrochando combustible para trasladarse (ir al trabajo, etc.). Esa comunicación se podría hacer desde sus casas, donde estén. El espacio más caro es el espacio en el centro de las ciudades; sin embargo, se utiliza ocho horas. A partir de la hora de salida de trabajo, el centro de la ciudad es un sistema desierto. Debemos dedicar el resto de energía fósil a crear energía eólica, hidroeléctrica, geotérmica… energía nuclear también. Todas las energías tienen sus contradicciones, pero se pueden usar de manera sabia.
Marco Fernandez
Editor cultura
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