Temprana recolonización
La intentona de Recolonización
de América Latina y el Caribe empieza desde que ésta conquista su Independencia. A
fin de que reconozca su liberación, Haití debe pagar a Francia 150 millones de
francos. Con el mismo fin, Venezuela debe firmar en 1845 un tratado que la
obliga a devolver los bienes expropiados a los realistas vencidos e
indemnizarlos. Para comprar las armas y pertrechos de la gesta independentista,
los países de la Gran Colombia contrajeron deuda pública por un monto de 6.688.950 de libras
esterlinas, que a la disolución del cuerpo político fue distribuida entre
Ecuador, Colombia y Venezuela de acuerdo a su población. Mientras está en curso
la Independencia, nuestros países suscriben desiguales tratados de “Libre”
comercio, en los cuales otorgamos
privilegios de libre comercio y navegación de nuestros mares y ríos a los
países hegemónicos a cambio de iguales derechos para nuestras inexistentes
flotas en las aguas de ellos. Acuerdos de esta índole y nuevos empréstitos
usurarios menoscaban progresivamente nuestra emancipación, que nace casi
irreparablemente lastrada.
Recolonización militar
Tras la formulación en 1822 de la doctrina Monroe, que excluye nuevas adquisiciones territoriales para las potencias fuera del continente, inicia Estados Unidos una cadena de casi medio centenar de intervenciones militares en Nuestra América. Éstas dejan tras de sí bases militares; en la actualidad hay unas 80, con dotaciones que pretenden ser inmunes a leyes y tribunales locales. Denuncia el Presidente Maduro que Estados Unidos ha instalado 14 bases militares más en Guyana. Milei anuncia una “base integrada” con ellos en Ushuaia. Ecuador permitió la ocupación por tropas estadounidenses de su territorio. A esta recolonización militar se suma la OTAN, que ha declarado “aliados extra-Otan” a Colombia y Argentina, y situado bases en el Caribe y las Malvinas. Muchas de nuestras patrias están invadidas por tropas extranjeras, inmunes a leyes y tribunales locales, sepultureras de soberanías.
Recolonización diplomática
Con la recolonización
militar avanza la diplomática. Nuestros países son inducidos a suscribir
tratados de “Libre Comercio” como el de México y el del Pacífico que
indefectiblemente favorecen a la nación más desarrollada pues impiden a las
económicamente débiles proteger sus productos e industrias. Tras ellos vienen
los Infames Tratados contra la Doble Tributación, gracias a los cuales las
transnacionales no pagan impuestos en Nuestra América con el argumento de que
los cancelarán en sus países de origen (lo que nunca hacen, pues guardan sus
dividendos en Paraísos Fiscales). Los Tratados y Acuerdos sobre Normas
Industriales atan a quienes los suscriben como clientes de los países
hegemónicos que suministran bienes y equipos conforme a sus excluyentes
especificaciones. Así, un atado de cadenas jurídicas inmoviliza a nuestros
Estados, despojándolos de su soberanía.
Recolonización de los recursos
Las potencias que ejercen este cerco no disimulan sus fines.
La generala y jefa del Comando Sur estadounidense Laura Richardson declaró en
2023, durante un evento del think tank
Atlantic Council: “¿Por
qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de
tierras poco comunes, tienes el
triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El
60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina,
Bolivia, Chile… Tenemos 31 % del agua dulce del mundo en esta región… Con
ese inventario, a Estados Unidos le queda mucho por hacer, esta región importa,
ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar
nuestro juego… Tenemos también las reservas de petróleo más grandes, incluidas
las de crudo ligero y dulce. Tienen los recursos de Venezuela también, con
petróleo, cobre, oro, y está la importancia del Amazonas como los pulmones del
mundo”. En el mismo sentido, un documento del Servicio
Europeo de Accción Exterior (SEAE) de la Unión Europea, señala que “tres países de la zona, BOLIVIA,
ARGENTINA y CHILE disponen del 60% de las reservas de litio localizadas en el
planeta, y VENEZUELA, ARGENTINA y BRASIL tienen importantes
reservas de petróleo y gas”.
Europa
en pos de la recolonización
Mientras tanto, Europa no
disimula los anhelos de reconquistar sus antiguas colonias. Repsol y Prisa
estuvieron tras el golpe de 2002. En
documento de la española Fundación de
Análisis Económico y Social (FAES) de 2010, se afirma: : “Los españoles no
podemos ser indiferentes al futuro de América Latina, ni podemos inhibirnos ante la
disyuntiva a la que se enfrenta. España no puede limitarse a ser un espectador
imparcial”. O sea: “España debe reclamar sin ambages el
cumplimiento de aquellos principios y el respeto de los acuerdos internacionales
que afectan a sus intereses”. Y en efecto, un amplio surtido de
inversiones y acuerdos protege los intereses de España y Europa en Nuestra
América. Se promueve un tratado de Libre Comercio MERCOSUR-UE que, como todos
los de su género, favorecerá a las naciones más desarrolladas, en este caso las
europeas, como preámbulo a un posible acuerdo UE-CELAC, que intentará reimponer
los términos de la difunta ALCA.
Recolonización económica
neofascista
El
instrumento para llevar a término estas diversas recolonizaciones es una
autoridad política que se entregue incondicionalmente a los capitales
transnacionales, exonerándolos de impuestos y de cualesquiera otras obligaciones
legales, ecológicas y sociales, y
otorgándoles todos los privilegios que se niegan a los nacionales. Milei acaba
de introducir un proyecto de Ley de tal índole en Argentina, el Régimen de Incentivos para la Grandes
Inversiones (RIGI) de la Ley Base,
que entrega por tres décadas los
recursos naturales a las transnacionales, añadiéndoles exoneraciones de
impuestos sobre la Renta, de Importación y de Exportación y de otros gravámenes,
así como garantías de estabilidad tributaria (compromiso inconstitucional de no
elevarles los impuestos) y sin exigir contraprestaciones tales como
transferencia de tecnología, agregación de valor local en innovación y
desarrollo; y mucho menos cláusulas de
reserva de parte de la producción para consumo interno o respeto a las leyes ecológicas y laborales. Otras
ventajas; las transnacionales inversionistas son inmunes a leyes y tribunales
locales, y las controversias que planteen serán resueltas por árbitros
extranjeros, como el CIADI. Por si fuere poco: el silencio administrativo ante una petición transnacional no será
tenido como negativa (como es la práctica universal) sino como aprobación. Nunca, ni en la vencida
Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, se aplicaron cláusulas tan escandalosamente
desventajosas a una Nación. No cabe duda: estamos ante un uniforme modelo capitalista
recolonizador internacional, contra cuya aplicación me he opuesto en nuestro
país.
Recolonización política
neofascista
Cabe preguntarse qué régimen político podrá aplicar indefinidamente un modelo que entrega las riquezas del país sin exigir nada a cambio y que se sostendría con mano de obra al nivel de la subsistencia o por debajo de éste. Los neofascismos han sido, son y serán siempre el instrumento de elección para adoptar estas políticas. No olvidemos que el fascismo es la complicidad absoluta entre el Estado y el gran capital. Por ello, el primer gran experimento neoliberal se llevó a cabo en 1973 en Chile, bajo feroz dictadura militar, y otro experimento similar arrancó paralelamente en Indonesia, al costo de más de medio millón de asesinados. El intento de aplicar algo similar en Venezuela condujo a la rebelión popular del 27 de febrero de 1989, al fin definitivo de la hegemonía del partido Acción Democrática, y al enjuiciamiento del Presidente Pérez. Gobiernos latinoamericanos y caribeños instaurados con apoyo de Estados Unidos en los últimos tiempos han presentado claras fisonomías neofascistas: los mandatos de Uribe en Colombia, de Bolsonaro en Brasil, la prolongada dictadura hondureña, el recientemente inaugurado mandato del propio Milei. Administraciones de tal índole son el recurso ideal de Estados Unidos y la Unión Europea o de cualquier otro poder para recolonizarnos. Entregarse a ellos es convertirse en algo peor que colonias.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO