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Apenas
consolidado en Guayana, Bolívar encomienda a Fernando Peñalver en carta de primero de
septiembre de 1817:“Sobre todo mándeme de un modo u otro la imprenta que es tan
útil como los pertrechos”. Quizá de esta misiva proviene la frase atribuida al
Libertador “la prensa es la artillería del pensamiento”. No la hemos encontrado
en la vasta colección de sus escritos: aparentemente es una versión de la
expresión anterior modificada por la tradición oral, sólo que superior en fuerza expresiva. Enfermo Peñalver, el Libertador encomienda a José Miguel Isturiz
que viaje a Jamaica para la adquisición
de una imprenta, y llegada ésta en 1817, contrata al inglés Andrés Roderick
para que la maneje y forme aprendices criollos. Por la grave escasez de
numerario del bando patriota, el pago se hace en mulas. Es el comienzo del legendario
Correo del Orinoco.
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Al final del número 1 del Correo del Orinoco aparece una suerte de
editorial o de declaración de principios, que especifica ante todo los
documentos que en dicho órgano se publicarán, y que transcribimos respetando la
ortografía de la época: “1°, los Decretos y Actos del Gobierno, los Boletines
de Exército , y quantas noticias interésantes comuniquen los Gefes Militeres, y
los Gobernadores de las Provincias, ó podamos adquirir por la correspondencia
particular : -2°. Las que conciernen al Comercio interior y exterior, y los
avisos de remates, subastas, precios corrientes &c.- 3°. Extractos de los
periodicos extranjeros asi politicos como literarios: -4°Variedades, baxo cuyo
título, daremos algunos discursos políticos y economicos, rastos historicos,
anecdotas, y diversos hechos que aunque no sean recientes, merecen conocerse,
unos por la admiración y otros por el horror y la indignación que inspira- No
importa a qual de los dos partidos contendientes pertenezca la gloria, el
oprobio de ellos. Somos libres, escribimos en un País libre, y no nos
proponemos engañar al público. No por eso nos hacemos responsables de las
Noticias Oficiales; pero anunciándolas como tales, queda a juicio del Lector
discernir la mayor o menor fé que merescan. El Público ilustrado aprende muy
pronto a leer cualquier Gazeta, como ha aprendido á leer la de Caracas, que a
fuerza de empeñarse en engañar a todos ha logrado no engañar a nadie” (Correo del Orinoco, N°1, p.4,
27-6-1918).
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En
el breve texto destaca, ante todo, la intención de veracidad: “Somos
libres, escribimos en un País libre, y no nos proponemos engañar al público”.
Llega al extremo de no hacerse responsable de la exactitud de las noticias
oficiales, “pero anunciándolas como tales queda a juicio del Lector discernir
la mayor o menor fé que merescan”. Este juicio es tan confiable, que el público
habría terminado por desconfiar de la realista Gazeta de Caracas, “que a fuerza de empeñarse en engañar a todos ha
logrado no engañar a nadie”. Resalta también una voluntad de imparcialidad. Se
divulgarán todos los hechos que “merecen conocerse, unos por la admiración y
otros por el horror y la indignación que inspira- No importa a qual de los dos
partidos contendientes pertenezca la gloria, el oprobio de ellos”.
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La
declaración de principios, seguramente supervisada por Bolívar, concluye con
terminante autocrítica. Por la impremeditación de la empresa, por la
tradicional escasez de libros esclarecedores “no podemos darle desde el
principio todo el interés de que es susceptible una Gazeta”. El órgano funda su
mérito en “su mera existencia en el centro de las inmensas soledades del
Orinoco”, donde “se pelea contra el monopolio y contra el despotismo por la
libertad del Comercio universal, y por los derechos del Mundo”. Tras esta
alusión a los intereses materiales, se dedican los párrafos inmediatos al
sistema de suscripciones y a los avisos, así como al proyecto de multiplicar
los establecimientos tipográficos, a cuyo efecto “ha determinado que por ahora
se instruyan tres JÓVENES en el Arte de la Imprenta”.
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Así
inicia el Correo del Orinoco una
trayectoria que se extenderá desde el 27 de junio de 1818 hasta el 23 de marzo
de 1822, durante la cual se imprimirán 128 números que dejarán testimonio de la
gesta independentista y de las noticias mundiales vinculadas con ella. Entre
los más notables colaboradores del hedbomadario se cuentan Manuel Palacio
Fajardo, Juan Germán Roscio y el propio Libertador, cuyos decretos y proclamas
llenan parte de la publicación, y que cuando expresa sus opiniones particulares
utiliza el seudónimo J.Trimiño.
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La promesa de que se darán a conocer
hechos de ambos bandos no es mero saludo a la bandera. Ya en el segundo número del Correo, el 4 de julio de 1818, se dedica
página y media a transcribir literalmente
el “Oficio del cabecilla Pablo Morillo al Secretario de Estado de la
Corte de Madrid” de 27 de marzo de 1816. El despacho realista contiene párrafos
penetrantes, cuyo interés compensa el retraso con el cual se lo publica. Afirma
el Pacificador que “Lo que es bueno para el reyno de Santa Fé no surte efecto en Venezuela á pesar de que
son confinantes. En el primero hay pocos negros y pardos; en la segunda son
contados los blancos que han quedado. El habitante de Santa Fé ha mostrado ser
cobarde y tímido, quando el otro es arrestado y sanguinario. En el
vireynato han escrito mucho, y los
Doctores han querido arreglarlo a su modo. En Caracas al instante desenvaynaron
las espadas. De todo esto la diversa oposición que se ha encontrado. Pero en lo
que se parecen ambos es en el disimulo y la perfidia. Quizá no hubieran
presentado una obstinada resistencia los habitantes de este vireynato, si no
hubiese Venezolanos. Cartagena se resistió hasta lo imposible por los
Venezolanos”. Afirma Pablo Morillo haber desarrollado una política de clemencia,
la cual dio por resultado “Nuevas revoluciones, nueva perfidia, y si concluída
la pacificación de este vireynato se someten, será para esperar otra coyuntura
oportuna; pero conseguir dicha sumisión
es necesario una fuerza como lo tengo repetido tantas veces, una sola
voz en la Capitanía General que todo lo pospongo á la guerra, y no creer que es
obra de un día y sí de mucho tesón y constancia. Es ya guerra de negros contra
blancos” (Correo del Orinoco, N° 2,
4-6-1818).
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La
Guerra de Colores, iniciada por José Tomás Boves contra la Patria, es ahora
guerra de patriotas contra los enclaves extranjeros saqueadores no sometidos a
las leyes de la República, conflicto en el cual con el Correo del Orinoco combate también la formidable artillería del pensamiento.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO